viernes, 6 de abril de 2012

Por cortesía de Charles

Los dos protagonistas de esta historia, sin contarme a mí claro está, me dijeron lo mismo, sin haberse puesto de acuerdo antes, antes de acostarme. Con distintas palabras pero todo venía a decir que durmiese bien, que al día siguiente iba a pasar un buen rato.

Ya en la cama me auto-convencía que mi mal estar no tenía nada que ver con lo que me iba a suceder al día siguiente pero yo sabía afondamente que lo que tenía era nervios, muchos nervios por lo que me esperaba al levantarme.

Desperté 30 minutos antes de lo que tenía previsto pero no aguantaba mas en la cama, aún así no me levanté hasta la hora planeada. Una vez duchado y vestido me dispuse a desayunar pero no me entraba nada, apenas me comí media galleta casera que había echo mi abuela.

Montado en el taxi noté que no tenía ya casi malestar y que no afluían en mí mucho los nervios, también me fijé en que el taxista dio mucho rodeo hasta llegar a mi destino para, así, cobrarme más.

Cuando me bajé, a parte de ver a mi compañero y buen amigo del instituto Nolito, vi a uno de los protagonistas citados al principio, Luis, el cual me saludó y me invitó a que pasara con él. Justo después de esto miré al frente y, por fin, estaba ahí, después de una intensa semana de indecisión sobre si ir o no ir, gracias a Luis estaba ahí. En el estadio municipal Nuevo Arcángel.

Días antes, Charles, delantero del Córdoba y segundo protagonista de esta historia había apalabrado conmigo el encontrarnos en algún sitio para conocernos, pensamos en mi casa pero no quise que viniera porque vivo en un barrio que se podría catalogar cómo ''marginal''. Si él venía y, por ser famoso, le hicieran algo malo, no me lo iba a perdonar en la vida, por eso insistí en ir de alguna manera u otra y, cómo ya cité antes, Luis se prestó a acompañarme.

Luis, que es fotógrafo, nos llevó a su cuñado, a su sobrinito y a mí a un palco en el cual vimos el entrenamiento. Luis se bajó a pie de campo para tomar unas fotos del entrenamiento.

Conversando con Juan, su cuñado, me avisó de que alguien me estaba saludando desde el campo, miré y era Charles, al que respondí con una tímida y nerviosa sonrisa y otro saludo.

Juan tuvo que irse a mitad del entrenamiento porque Juanito, su hijo pequeño, no paraba quieto y se aburría mucho, cuando se fue me quedé solo en el palco. Al rato entraron 3 muchachos que lo estaban viendo desde abajo y ¿Porqué no decirlo? No les conocía de nada y su compañía me incomodó un poco, por lo que decidí centrarme sola y exclusivamente en el entrenamiento, cosa que fue imposible ya que entró un viejecete que parecía un poco desorientado, puesto que no era cordobés, y me hacía gracia las cosas y disparates que les llegó a preguntar a los 3 chavales.

Los futbolistas estaban ya, algunos, practicando los lanzamientos de falta y, otros, haciendo estiramientos. Al rato siguiente vino a recogerme al palco Luis, cosa que yo deduje porque llevaba rato buscándole por el campo y no lo encontraba.

Con Luis fui hasta el lugar donde los jugadores tenían los coches y allí vi a Charles, el cual venía con Javier Patiño y otro jugador al que no pude reconocer bien. Charles me dio unos regalos, concretamente una camiseta firmada por él, un póster firmado por toda la plantilla y otro póster, un poco más pequeño que el anterior, de él también firmado.

Acto seguido salieron 4 o 5 jugadores más que se iban poniendo detrás mía, a los cuales no pude mirar puesto que Luis nos iba a fotografiar cuando de repente se escucha una voz que provenía del vestuario que decía: ''¡Esperadme!'', era Alberto García, portero y uno de los jugadores con los que más ansiaba fotografiarme, este se acercó a mí y me dijo: ''Hola, yo también quiero salir en la foto ¿Me das permiso?'' A lo que yo, con voz temblorosa contesté: ''faltaría mas''. Fue muy gracioso porque Alberto se puso al lado mía y uno de los futbolistas que estaban para echarse la foto dijo: ''ya vas a estropear la foto''.

Ya a solas con Charles conversé un rato con él, le pregunté que si le gustaba cómo llevo su club de fans y poco mas, no me salían muchas más cosas, simplemente se me ocurrían cosas tipo: ''es un placer conocerte'' y ''muchas gracias por todo, Charles''.

Ya nos habíamos despedido cuando vuelve a salir. Había conseguido que Paco Jémez, el entrenador, saliese a echarse una foto conmigo. Finalmente Paco se fue con su coche y Charles entró ya a cambiarse, puesto que todos los que habían salido para estar conmigo, a excepción del míster, salieron con la ropa del entrenamiento.

Cuando ya había acabado todo, mientras esperaba a mi taxi, pedí a Luis una foto con él para inmortalizar por siempre este día.

Durante todo el camino de vuelta, ya en el taxi, iba pensando en todo lo que habían dado de sí esas 2 horas y, también, pude fijarme en cómo el taxista volvía a dar más vueltas de la cuenta para a sangrarme otra vez, pero ¿Que importaba? Había pasado uno de los mejores días de mi vida y eso nadie podía echarlo abajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario